Aportes iluminadores
Nunca antes se había visto tanta discrepancia en el
ser humano al tratar de definir los conceptos de sexo y género, tal como lo
estamos vivenciando en la actualidad, desde siempre ambas categorías habían
sido entendidas como sinónimas uno de la otra, sin embargo, ahora con las
nuevas ideas sobre la percepción de género, ha irrumpido en el pensamiento
postmoderno una variada tipología no clara para muchos en el mundo académico acerca de estos términos,
ya que se transfieren conceptos ambiguos sobre el mismo. Es decir que, existe una
tendencia ideológica del gender que pretende negar las diferencias y la
reciprocidad natural del hombre y de la mujer.
Desde el aspecto biológico, la anatomía constitutiva
del ser humano, se define el sexo como macho y hembra, es decir, hombre y mujer.
En este mismo sentido se ha entendido el término género, para comprender el
aspecto femenino de la mujer y el aspecto masculino del hombre. Dos categorías
que son inviolables desde la constitución natural del mismo ser humano, cuya naturaleza tiene que ver con los cánones de la antropología y la biología, así como con
características psicológicas y neurológicas inherentes a la persona humana.
En este sentido no se puede obviar la idea de que la
identidad sexual está inscrita en la naturaleza, en los cromosomas, por lo
tanto, negar las diferencias biológicas entre los sexos es oponerse a lo
científicamente comprobable.
El sistema educativo actual tiene un reto enorme, y es
el de educar para una verdadera aceptación y valoración de la propia femineidad
y de la propia masculinidad. No sería una actitud sana el que la escuela
pretenda cancelar la diferencia sexual entre hombre y mujer, ya que esta diferencia
es la que permite el enriquecimiento mutuo entre el género masculino y femenino.
Todo proyecto educativo y directriz legislativa debe estar orientado a promover
una identidad personal y una intimidad afectiva no desvinculada de la
diversidad biológica entre hombre y mujer. Es evidente entonces que, las
diferencias entre hombre y mujer no son para la contraposición o subordinación,
sino para la comunión y la generación y desarrollo de la misma vida humana.
En tal sentido la ideología de género se aleja
conceptualmente de estas nociones científicas al pretender negar su propia
naturaleza.
El hombre niega tener una naturaleza preconstituida
por su corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega la propia naturaleza y
decide que ésta no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que es él
mismo quien se la debe crear. Benedicto XVI, 2012., par.6
Véase, https://www.rae.es/dpd/g%C3%A9nero
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